Estoy pensando en cuanto coraje me da saberlo casi todo.
Saber casi toda la maldita verdad que me enerva cada día la sangre.
Saber que ya no se esta aquí, ya no se tiene nada. ¿De que sirven maravillosas palabras?
De verdad, hay que ser super imbécil para creer todo lo q se dice.
Yo lo creí.
sábado, 30 de enero de 2010
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